Velikovsky llevado a examen
Las obras del psicoanalista ruso-israelí-estadounidense Immanuel Velikovsky (1895-1979), que causaron cierta agitación y controversia en Estados Unidos en los años cincuenta del siglo XX, también se conocieron en Alemania en aquel momento, pero no tuvieron éxito en este país y pronto fueron olvidados. El catastrofismo y la revisión cronológica sobre una base bíblica no eran un tema de debate.
Hubo un segundo intento de 1978-79 en adelante, impulsado por Christoph Marx (Basilea), quien tradujo algunos de los libros de Velikovsky al alemán (Earth in Upheaval, Peoples of the Sea, etc.). Esta vez, Velikovsky encontró partidarios en Alemania que retomaron su teoría y la promovieron. En general, sin embargo, predominaba el rechazo de los académicos, mientras que el grupo de seguidores de Velikovsky se convirtió gradualmente en un movimiento amplio dedicado al análisis histórico y la crítica cronológica, un movimiento que continúa publicando libros y promoviendo debates hasta el día de hoy. Sin embargo, los representantes más destacados de este grupo como Gunnar Heinsohn 1987 (2006, p. 552) se alejaron de las tesis centrales de Velikovsky en una etapa temprana y refutaron sus teorías de inspiración religiosa, de modo que solo mantuvieron la idea lanzada por la chispa inicial de Velikovsky, es decir: cuestionar la cronología.
En un examen crítico de las tesis predominantes de Velikovsky, publicado en 2005, expresé mis dudas fundamentales respecto a la aplicación del método psicoanalítico a la historia de la humanidad en su conjunto; también puse en duda la vinculación de eventos cósmicos con historias bíblicas, como la cita de un receso del sol de diez grados (Ezequías-Isaías), que Velikovsky interpretó sin ningún fundamento como un relato de un cataclismo cósmico en la “noche del 23 de marzo de 687 antes de Cristo,” aunque en el texto de la Biblia no se menciona nada que sugiera un evento catastrófico.
La influencia de las tesis de Velikovsky tiene más peso en Inglaterra que en el área de habla alemana. De hecho, en Reino Unido existe desde 1975 una organización sin fines de lucro que mantiene el legado de Velikovsky, basándose en sus teorías —aunque revisándolas a fondo y progresando mucho más allá de sus ideas— e investigando la cuestión del catastrofismo, así como un nuevo modelo cósmico del universo eléctrico y una cronología acortada. Se trata de la Sociedad de Estudios Interdisciplinarios (Society for Interdisciplinary Studies, SIS), que tiene miembros en todo el mundo y publica el estado más reciente de su investigación en sesiones que se celebran cada seis meses y en una revista cuatrimestral (C&C Review = Chronology and Catastrophism Review). Las ideas de Velikovsky son el centro de los debates y se discuten animadamente.
En este marco de investigación abierta y críticas a menudo demoledoras, han aparecido en la Revista C&C tres ensayos recientes que exponen el error fundamental de Velikovsky y refutan su suposición más antigua, a saber, que el libro bíblico del Éxodo se remonte a una serie de trastornos cósmicos que pueden fecharse y definirse históricamente.
Las tres ensayos son:
Mills, Donald Keith (2019): Rockenbach Falls – and King Typhon Tumbles (C&C Review 2019, 3), quién dió el impulso,
y en seguida
Sluijs, Marinus Anthony van der (2020): Trials on the Trails of Typhon and the Exodus, parte 1 y 2 (C&C Review 2020, 2 y 3).
Recomendo su lectura completa. Aquí solo ofreceré un breve resumen con la intención de subrayar la importancia de estos ensayos.
Estudiar las fuentes: Velikovsky y las Sagradas Escrituras
Velikovsky postula (en Worlds in Collision, 1950) una conexión entre un cometa y eventos catastróficos en el momento del Éxodo bíblico. Cita a varios escritores del siglo XVI tardio, como Abraham Rockenbach (1536-1611), filólogo alemán, editor de una obra astronómica ‘De Cometis’ (1602), aunque sus fuentes son bastante inciertas y en parte desconocidas (Donald Keith Mills C&C Review 2019,3). Marinus Anthony van der Sluijs (Revisión de C&C 2020.3) continúa esta línea de investigación y profundiza en el tema. Cita tanto el comentario de Juan Harduinus (S.J.) sobre la obra de Plinio como el libro del catastrofista aleman Radlof (1823).
Resultado: en las fuentes escritas utilizadas por Velikovsky no existe una conexión causal entre cometas y catástrofes.
Con esto, la teoría de Velikovsky se desploma al orco.
Una conexión causal entre los relatos míticos de observaciones inusuales de esferas brillantes o nuevas estrellas y la devastación infligida a los egipcios o destinada al rescate de los hebreos, como lo hicieron los autores del Barroco temprano (sobre todo Abraham Rockenbach), no tiene ningún punto de apoyo en la literatura anterior. La fusión de uno de los reyes pastores de Egipto (Hyksos), llamado Tifón, y un destructor cósmico del mismo nombre, como asume Velikovsky, fue establecida por Rockenbach solo en referencia al marco cronológico.
Mientras Velikovsky infirió de la lectura de de textos míticos que ciertos cometas o incluso un planeta (Venus o Marte) podrían haber provocado determinadas destrucciones en la Tierra, los textos antiguos no hablan ni de un cometa (sino de una bola de fuego) ni de cataclismos cósmicos.
Aquí las citas:
En Plinio 2, 49, un tifón es un ciclón (huracán), en cualquier caso claramente un fenómeno aéreo, no un cometa. El único vínculo entre el nombre tifón y los cometa se halla en Plinio 2, 22 (“Sobre los cometas”), donde se describen los cometas como estrellas recién formadas, con pelo (coma) y se subraya que son bastante comunes; se ofrece todo un catálogo ordenado según la apariencia de estas estrellas (con barbas o crin de caballo, etc.) basado en Aristóteles. Un cometa así puede ser visible durante 7 a 180 días, puede ser un presagio de desgracia, pero no puede tener un efecto devastador para la Tierra. En este punto se añade que una vez se observó una terrible bola de fuego en Egipto y Etiopía a la que el entonces rey Tifón dio su nombre. Sobre esta única referencia de Plinio construyeron los otros escritores, especialmente Plutarco (como Velikovsky cita en p. 111, nota 4), “que algunos aquí mezclan Tifón con las leyendas judías”. Se mencionan nombres como Campester o Servius, y es posible que Rockenbach recurriera a ellos, pero sus escritos ya no existen.
mural etrusco de Tifón
Velikovsky continúa (p. 110), que no fue solo Abraham Rockenbach quien postuló la simultaneidad de la aparición del cometa Tifón y el éxodo de los israelitas de Egipto. Samuel Bochart (siglo XVII, Hierozoicon) también equipara la huida de Tifón con el éxodo de Egipto. “Pero dado que Tifón era un cometa según Plinio el Viejo y otros, Samuel Bochart se acercó mucho a las conclusiones a las que llegamos nosotros por un camino muy diferente”. Y continúa: “Pero incluso sin el terrible pronóstico de Campester tenemos un conjunto muy impresionante y simplemente inagotable de referencias a Tifón y su efecto devastador en el mundo: casi todos los escritores griegos se referían a él. Dado la verdadera naturaleza de Tifón era la de un cometa, como explican Plinio y otros, todas las referencias a las calamidades causadas por él deben entenderse como descripciones de desastres naturales en los que estuvieron involucrados la Tierra y el cometa”.
Con estas palabras, Velikovsky crea un paralelismo entre la interpretación de las plagas y eventos bíblicos durante el Éxodo del pueblo judío de la tierra de Egipto, sugiriendo que estos fueran causados por el cometa Tifón, algo que estas fuentes en realidad no afirman. Tal interpretación cosmológica del texto bíblico no tiene fundamento. Velikovsky se explaya: “La cabeza del cometa no chocó contra la Tierra, sino que intercambió violentas cargas eléctricas con ella”… una idea muy creativa, pero sin base alguna en los textos citados.
Johann Funck fue (según Sluijs, parte 1, p. 9) alrededor de 1550 el primero en establecer una relación cronológica entre la historia bíblica y la historiografía clásica en Egipto, basándose en Manetho y Diodor y en Beroso, obra inventada por Nanni. (Funck utiliza como base a Copérnico, ver también Topper, Jahrkreuz p. 215). Es el esquema que utiliza Rockenbach. No establece una conexión causal entre la aparición del cometa y los eventos naturales de esa época; solo le preocupa la datación de este momento en el transcurso del tiempo.
Debido a la cronología que surgió de esta manera, Tifón como rey de Egipto fue ubicado en el momento de la destrucción causada por el cometa Tifón (Plinio, Historia Natural II, 22), lo que permitió a Jacob Milich dar un paso adelante. En este punto es probable que Velikovsky malinterpretó sus fuentes y mezcló el trabajo cronológico del siglo XVI con la historiografía clásica. La habitual equiparación de dioses, gigantes y humanos se convirtió en catastrofismo, en la opinión infundada de que un cometa podría haber sido responsable del evento llamado Éxodo. Al citar “fuentes antiguas” para esto, Velikovsky pasó por alto el hecho de que estas fueron escritas en gran parte en el siglo XVI y después.
Se añade que Campester habla por primera vez de un posible fin del mundo que causará el cometa Tifón al regresar en el futuro. Pero no hay manera de saber nada sobre el autor Campester, supuestamente mencionado en un texto de Juan Laurentius Lidos (“alrededor del año 500”).
Los dos artículos mencionados no solo son argumentos sólidos en contra de la forma en que Velikovsky formuló su teoría, sino también esclarecedores respecto al miedo generalizado a los cometas, que solo tiene un trasfondo literario, con muy pocas fuentes, además.
Miedo a los cometas
El pronunciado miedo a los cometas comienza con una obra de J. Grasser, “Acerca de los horribles cometas …” (Basilea 1618), que contribuyó a la propagación sistemática de este miedo. Antes de eso, autores como Plinio se habían dado cuenta de que los cometas aparecen con regularidad o frecuencia y no tienen un efecto directo sobre la Tierra. Sin embargo, comúnmente se los considera indicadores de mala suerte.
La deificación de César después de su asesinato, indicada por un cometa, fue entendida de manera muy diferente por Augusto al construir su templo: la consideró como una recompensa celestial por haber financiado los Juegos romanos, añade Plinio. Esto indica que aún no se consideraba que todo cometa tuviese un efecto destructivo general.
En el mismo sentido es positivo el cometa representado en el tapiz de Bayeux para glorificar la victoria de los normandos sobre los anglosajones. Y si la estrella de Belén que indicaba el nacimiento de Jesús se interpreta como cometa, también era un signo de suerte.
Por otra parte, la interpretación actual rara vez distingue entre el concepto del cometa como indicador de un evento o como causa. El signo visible en el cielo se puede evaluar astrológicamente, principalmente para predecir el clima (desde la época de los caldeos), pero esta apariencia luminosa no causa sucesos catastróficos. La opinión de que el cometa fuera causante, no indicador, solo empezó a predominar a partir de fines del siglo XVII, y en algunos círculos se sigue afirmando hasta hoy. Véanse los excelentes comentarios de Victor Stegemann en Bächthold-Stäubli, artículo ‘Komet’, también citado por Sluijs. En el mismo sentido se pronuncia Carl Meyer: el miedo a los cometas no era una característica predominante antes de la era moderna. Si se les daba importancia a los cometas, lo cual no era necesariamente el caso, esta se limitaba a su función como una alerta o indicación divina.
Como aclaran ahora los ensayos de Mills y Sluijs, cuando Velikovsky interpreta fenómenos celestes como los cometas o los “encuentros planetarios” entre Marte y Venus como causa real de catástrofes mundiales, no refleja correctamente la literatura antigua, además de emborronar la cadena de transmisión de los textos referidos.
Desastres cósmicos
En un sentido más amplio se puede afirmar (con Leroy Ellenberger y Phil Burns):
A partir de las leyendas podemos averiguar cómo la gente en tiempos prehistóricos intentó interpretar el cosmos para comprenderlo, pero difícilmente cómo se comportaba el cosmos en ese momento. La mitología y la geofísica solo son compatibles en pocos puntos. No se puede intentar sacar conclusiones de textos antiguos sin investigar primero el contexto y la transmisión de estos textos, y mucho menos sin tener en cuenta fundamentos geofísicos.
Además, si bien los planetas llevan nombres de dioses, esta asignación de deidades a cuerpos celestes está lejos de ser uniforme y es más bien arbitraria. Si un mito dice que la diosa Venus surgió de la cabeza de Júpiter, esto no permite afirmar que el planeta Venus realmente se conformó como un fragmento del planeta Júpiter. Dar por hecho esta conexión, como hace Velikovsky, no es que tenga poco fundamento: no tiene ninguno. En este sentido también hay que advertir contra el libro frecuentemente citado de Santillana y Dechent, todo un ejemplo disuasorio.
Por cierto: Velikovsky no es tan original como se decía, sino que se basó en predecesores del siglo XIX, como Radlof y Donnelly, y estos también se basaron en la literatura que pertenece al Renacimiento y al Barroco. Esto no tiene por qué estar mal, pero muestra en parte el origen cristiano-judío, es decir, aquí: los fundamentos religiosos de este enfoque.
Lo que queda es el valiente derrocamiento de la cronología egipcia completamente ingenua, emprendida por Velikovksy. Esto resultó en un gran avance en la cuestión de la cronología, que ha desencadenado nuestro relativamente joven movimiento de cronología crítica. Pero la conexión con el catastrofismo, que por supuesto es muy estrecha, fue introducido por Velikovsky de forma arbitraria. Y es precisamente esta relación lo que preocupa a los críticos (en su mayoría de habla inglesa) de la visión del mundo de Velikovsky. Después de 1950, esto se llegó a conocer con el controvertido término “Velikovsky Affair” ( Asunto de Velikovsky).
Marinus Anthony van der Sluijs trató el tema en detalle en el sitio web “mythopedia” desde 2002.
En cuanto a la interpretación catastrófica de los textos míticos, los sucesores pasan por alto el hecho de que precisamente la reorganización de la cronología, que en parte se remonta a Velikovsky, requiere primero de una reorganización de los textos, ya que debe establecerse un antes y un después, una secuencia de las tradiciones, antes de poder sacar conclusiones. Permítanme darles un ejemplo: si Velikovsky cita al autor latino Varro extraído de la Civitas Dei de Agustín, y ahora resulta que Agustín vivió (como mucho) una generación antes que Lutero, y Varro también debe ubicarse en ese mismo intervalo de tiempo, ¿qué aporta entonces esta cita para entender los legendarios eventos cósmicos? ¿Todavía vale para una imaginada “Edad del Bronce” o “del Hierro”?
Ahora, una crítica más importante que presentó Ellenberger (p. 20): Según Velikovsky (sección Templos y obeliscos, en Worlds in Collision), los templos se construyeron de tal manera que saludaban al sol naciente, y si más tarde esta orientación ya no correspondía al sol, Velikovsky lo tomó como una indicación segura de un cambio en el eje de la tierra. Confirma esta idea al hallar un cambio de orientación en reedificaciones posteriores de estos lugares de culto, para lo cual cita los trabajos de Lockyer, Nissen y Penrose (este último para templos griegos). Pero sería más plausible pensar que estos templos estuvieran orientados hacia la salida de las estrellas y que su desplazamiento fuera causado por la precesión del eje de la tierra, algo que Velikovsky nunca se planteó.
Los templos también podrían alinearse con ciertos días del año solar, de lo que pude hallar indicios en las ventanas de nuestras iglesias románicas. Entonces, un desajuste actual se entendería como un salto en el calendario (Topper 2006).
Referencias
Bächtold-Stäubli, Hanns (1927-1942): Handwörterbuch des deutschen Aberglaubens (I-X, Berlin u. Leipzig)
Ellenberger, Leroy C. (1995): An Antidote to Velikovskian Delusions (in SKEPTIC Vol. 3 No. 4 (c.leroy@rocketmail.com)
Grafton, Anthony (1990): Forgers and Critics (Princeton, USA)
Heinsohn, Gunnar (2006): „Kein König David?“ in: Zeitensprünge 3/2006, S. 551-559 (Mantis, Gräfelfing b. München)Meyer, Carl (1884): Der Aberglaube des Mittelalters und der nachfolgenden Jahrhunderte (Luzern)
Mills, Donald Keith (2019): Rockenbach Falls – and King Typhon Tumbles (C&C Review 2019,3).
Radlof, Johann Gottlieb (1823): Zertrümmerung der großen Planeten Hesperus und Phaeton (Berlin)
Santillana, G. de & H. von Dechend (1969): Hamlet’s Mill
Sluijs, Marinus Anthony van der (2020): Trials on the Trails of Typhon and the Exodus, part 2 (C&C Review 2020,3)
Topper, Uwe (2006): Kalendersprung (Tübingen)
(2016): Das Jahrkreuz (Tübingen)
Velikovsky (1952): Worlds in Collision – Earth in Upheaval (trad. alemana Christoph Marx: Erde im Aufruhr. Frankfurt am Main: Umschau-Verlag, 1980)
Topper, Uwe, 2005: Velikovsky und die vergessene Katastrophe (solo en aleman)
6.1.2021 (25. 2. 2021)- Uwe Topper, Berlin